sábado, 27 de octubre de 2007

La Antígona que quiso ser Creonte

El pasado fin de semana vivimos en el teatro guimerá una de esas noches donde más que nunca el teatro fue en una discusión sobre lo que es en si mismo y lo que debería haber sido. En las puertas del coliseo todos esperaban y en su interior todo estaba preparado. Una escena llena de ceniza (dicho esto entre comillas) un árbol (esto dicho entre interrogaciones) y un trono que por entonces permanecía vacío. Se inició entonces el ritual: se abren las puertas, entran los espectadores (los pocos que fueron: que no muchos se enteran del dos por uno y 15 euros por el paraíso es un precio muy alto), se apagan los móviles, suenan dos campanas, entran lo actores, se sientan en los laterales, suenan tres campanas, se funden las luces y los actores de pronto son personajes que deambulan encapuchados siendo una suerte de coro que clama en la nocturnidad y en la alevosía. Teatro. Por fin, teatro.
Vaivén Producciones venía desde Mérida, partiendo de su Euskadi natal, para presentarnos en Canarias su Antígona. Y esto es precisamente lo que fue: su Antígona. Acabó la función y como siempre los coros a las puertas (no podríamos vivir sin ellos). Una conclusión clara: Esto no era Antígona la universal pieza de Sófocles sobre el rango y el valor de los poderes humanos y divinos. Esto era Creonte, un drama sobre la soledad y la pérdida. No es que esté mal; es sólo que podían haberlo advertido para que no fuésemos desencaminados al teatro y pillásemos el camino correcto por el que debíamos introducirnos en su esfera.
A partir de aquí, ¿errores? eso nos pasa a cualquiera. Vaivén propuso que su obra fuera teatro y antes que nada teatro y lo consiguió. Los actores junto a los personajes, tan cerca pero tan alejados, es algo que sin ser nuevo se agradece en este mundo en el que algunos por ello te pueden llamar trasnochado. Cierto es que se notaba que no estaban muy a gusto con una escena que habían tenido que recortar para que literalmente cupiera. Y cierto es que en una escena casi vacía, sobraba y más que sobraba el susodicho árbol. Los terrenos del poder y de la nada ya estaba marcados (las cenizas después de la guerra y el trono que es lo único que queda y donde Creonte se aísla cada vez más). Pero el árbol ¿para qué el árbol? mejor se hubiese ahorcado allí Antígona al ver que le robaban su obra y le quitaban, le arrebataban su propia muerte. Cierto es que no estuvieron acertados con el vestuario (que mejor se hubiesen vestido todos de negro) y que decir de la música… de la música mejor no hablar. Mejor no hablar de la técnica en general. Más que nada por que el teatro por regla general suelen hacerlo los actores y todo lo demás no debe afectarnos para decir que ahí si estuvieron acertados. Unos menos, otros mucho más, en la obra (no digo Antígona por no enfadarla más) había un buen nivel actoral. Mención especial merece el joven hijo de Creonte que ante los desvaríos de un Creonte excesivo y empujón salvaba la escena cada vez que entraba. ¿Y la mejor? la que menos sale. La mujer del autoproclamado rey que daba tanta verdad que provocaba moverte en el asiento de gusto ¡eso era actuar! Ahora Antífona: la señora Antígona. Decir que no podía ser tan mayor y que no podía ser tan vasca son dos desvaríos que pocos se atreverían a soltar. Antígona vieja, rotunda, firme y segura y no decir más. Los que dicen que Antígona tiene que perder su acento, que en pocas ocasiones se notaba, se tiran piedras sobre su propio tejado. Somos canarios y tenemos acento y llevamos años luchando para no tener que perderlo. Disfrutemos del teatro y ya está.
El teatro en el Guimerá cada día parece más un juego de quiz: A saber que nos tocará la siguiente vez. No es que me queje, que tenemos una suerte única. Pero considerando lo visto y lo oído, la verdad es que no sabe uno qué pensar. Sea un ciclo de clásicos o un baile de concejales. Antígona vino y los actores sobre su escena hicieron teatro y en ocasiones hasta buen teatro. Antígona debió llamarse Creonte, pero por ello el teatro no se va a derrumbar y hay que ver de todo.

No hay comentarios: