jueves, 8 de noviembre de 2007

"Las visitas deberían estar prohibidas por el código penal", homenaje a Mihura. "Todo" un Centro Dramático

Tuvimos la suerte, hace unas semanas, de encontrarnos con el regreso a Tenerife de todo un centro Dramático. Y todo el Centro Dramático fue espectáculo. Y Digo lo de todo y recalco lo de espectáculo por que con su llegada aquí se armó una muy buena. Y es que a parte de los actores, que estuvieron realmente impecables, los que les acompañaban (el correspondiente equipo técnico) también hicieron (esto fuera de la escena) su parte de espectáculo. Hasta aquí viajó hasta el utillero. Y Claro, en esas circunstancias por muy buena que sea tu obra, difícil es que no termines cabreando al personal. Hasta tres ayudantes por cada técnico era un gasto energético innecesario que la verdad por mucho que me guste el teatro a mi no me gusta pagar. Y el problema es que lo pago yo, y lo pagan todos los demás. Y pagar a alguien para que reparta el orden del día no se yo si me gusta. Vale que es el Centro Dramático pero no por ello hacía falta un ejército de técnicos, ayudantes del técnico, suplentes del técnico, suplentes del ayudante del técnico por si el técnico se pone malo… por ser un Centro Dramático no la tienen que armar; no es necesario insistir en el drama. Mejor se hubieran limitado a la comedia (que eso sí que se les da y Don Miguel debe andar bien contento con su homenaje) y de paso debieran recordar que el teatro es precario por naturaleza, enfermizo desde siempre y que ahora ellos no lo van ha transformar en un monstruo dos cabezas por más que se gasten dinero en técnicos (Ya sé que hay que mantener a las líneas aéreas pero la paciencia tiene un límite).
Ahora mejor hablar de la obra no sea que con tanta cosa me gaste yo también en los técnicos más de lo que ellos deben y también por que es de mal gusto hacer una crítica teatral y no mentar la obra. El centro Dramático nos trajo hasta Canarias una recopilación de algunos de los textos y de los personajes más hilarantes del poco valorado Miguel Mihura, grande entre los genios del panorama cultural de siglo pasado. Don Miguel, siempre presente, aun también ausente y todos expectantes. Expectantes los actores, expectantes los espectadores, expectante hasta el aire. Pocas veces se logra una voz de clamor tan clara. Un salón de casa que ni es salón ni es casa acoge a unos señores que ni son señores ni son nada y a la vez son de Logroño y en un mismo tiempo son una vaca ourensana. Dos de ellos esperan y suena la campana: ¡dong! una; ¡dong! dos; ¡dong! tres… así hasta diecisiete (que las conté) -pues sí que se ha hecho tarde- y de repente todo encaja. Empieza la locura ¡y todo desde las primeras palabras! Todo medido, todo milimétrico, allí no falló nada. La escena se componía de una mesa (que por seguir la costumbre diremos que ni era mesa ni de ser mesa dejaba) que para todo se usaba: era asiento, era tarima, era corredor y los actores, allí subidos, componían portales de belenes y teatrillos y mil cosas varias. Sillones alrededor, unas salidas y una lámpara, doce actores paseábanse por la esperpencia humana. No había nada que desencajara; la atmósfera de “no ser” estaba perfectamente conseguida, la luces iban a un tiempo y en aquel absurdo no había época pero tampoco faltaba. Todos esperando a Don Miguel y mientras esperan, hablan, hablan y hablan. Felicitemos por tanto a José Luís Raymond (creador de la escenografía) por demostrarnos que la sencillez, lo teatral y lo efectivo no tienen que estar reñidos ni entre sí ni con la capacidad de crear ambientes: lo irregular y lo sin sentido para resumir la esencia de lo que las palabras contaban.
Siguiendo con los aciertos miremos los vestidos: ¡menudo el vestuario! definiendo a cada uno en si mismo, del ladrón hasta la monja y que bien vestida Nuestra Señora de los Calditos. Tampoco falló la música, ni el sonido. Hubo hasta una pieza de ópera-zarzuela que probablemente se convertirá en un autentico hito. Y la iluminación, perfección esa es la palabra. En resumen: eran demasiados técnicos, cierto; pero que bien trabajaron (los que trabajaban).
Lo mismo hacían los actores. Qué gusto, qué tablas, qué técnica. Eso es actuar. Y no es que lo tuvieran fácil en una obra en la que constantemente hablaban y hablaban y hablaban y después con el mismo peso de pronto se callaban emulando al mejor Bekett. Partían de un texto que probablemente era la primera vez que se interpretaba pues había sido escrito como viñeta o como artículo en su mayor parte, no como parte de una obra de teatro. Tampoco, por eso mismo, podían componerse un todo pues no había un todo. “Todo” eran fragmentos seleccionados (maravillosamente hilados por Ignacio del Moral y Ernesto Caballero) y por sí solos poco ayudaban. Por otro lado, difícil alejarse del cliché, difícil no actuar, y todo ellos lo lograban con una maestría digna del más preparado acróbata. Carmen Gutiérrez, Natalia Hernández, Susana Hernández, María Jesús Llorente, David Lorente, José Antonio Lumbreras, Jorge Martín, Carles Moreu, Rosa Savoini, Natalie Seseña, Juan Carlos Talavera y Pepe Viyuela lograron lo que pocos habían conseguido en mucho tiempo: una interpretación completa, compleja y lo mejor de todo, sin tibiezas ni un solo descuido. Todos de acuerdo. Una de las obras de teatro más completas de las últimas fechas.
Por tanto, con la obra, todos muy, muy contentos pero los responsables del Centro Dramático Nacional, en especial su director, Gerardo Vera, debieran replantearse su política de giras pues pagar dos veces (una por la producción y otra por girar) un mismo espectáculo es algo que a nadie gusta. Déjense ya de grandezas que puede que ustedes no, pero aquí ya estamos hartos de pagar la insularidad y no nos gusta que nos la vengan recordando. Bastante tenemos con depender muchas veces de si tenemos o no tenemos barcos para tener o no tener teatro como para que encima resulte que al final nos encontraremos con que las visitas del Centro Dramático deberían estar prohibidas por el código penal porque son un robo y un auténtico asalto (pese a todo su buen teatro).
Imanol Suárez

No hay comentarios: